martes, septiembre 06, 2016

Te quiero a las diez de la mañana


Te quiero a las diez de la mañana, y a las once,
y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma y
para toda la vida, a veces, en las tardes de lluvia.
Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me
pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la
comida o en el trabajo diario, o en las diversiones
que no tienes, me pongo a odiarte sordamente, con
la mitad del odio que guardo para mí.

Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y
siento que estás hecha para mí, que de algún modo
me lo dicen tu rodilla y tu vientre, que mis manos
me convencen de ello, y que no hay otro lugar en
donde yo me venga, a donde yo vaya, mejor que tu
cuerpo. Tú vienes toda entera a mi encuentro, y
los dos desaparecemos un instante, nos metemos
en la boca de Morfeo, hasta que tú me dices que tienes
hambre o yo te digo que tengo sueño.

Todos los días te quiero y te odio irremediablemente.
Y hay días también, hay horas, en que no
te conozco, en que me eres ajena como la mujer
de otro, Me preocupan los hombres, me preocupo
yo, me distraen mis penas. Es probable que no piense
en ti durante mucho tiempo. Ya ves ¿Quién
podría quererte menos que yo amor mío?



domingo, septiembre 04, 2016

Amar es.


Amar es este tímido silencio
cerca de ti, sin que lo sepas,
y recordar tu voz cuando te marchas
y sentir tu abrazo cuando llegas.

Amar es aguardarte
como si fueras parte del ocaso,
ni antes ni después, para que estemos solos
entre los juegos y los cuentos
mientras me narras tu día.

Amar es percibir, cuando te ausentas,
tu perfume en mi almohada, el aire que respiro,
contemplar las estrella sin que tú lo sepas
y extrañar tus piernas todas la noches.