sábado, julio 05, 2014

porquería de sentimiento


Llamar al silencio fue lo único que pude hacer mientras ella sacaba sus suéteres de mi closet y no encontré palabra alguna para no perderla y fue permanente, nunca la volví a besar ni la volví a ver (por decisión de ella). Llamar al silencio cuando ella comenzó a recoger sus cosas y esperar por nuevas imágenes y nuevas fórmulas para enfrentar al día y su miseria (la que vendría después que se fuera). Y el intento... el intento de recuperarla en el que viví durante muchos años me mataba, pero lentamente, no de una vez por todas. Y eso siguió ocurriendo por algunos años, sólo que a veces uno necesita decir, hacer, vivir las cosas de alguna forma que no sea tan ruin, ni tan letal... y con el tiempo, lo dejé ser, lo dejé pasar, lo dejé sanar en cierta forma.. más que sanar me acostumbré a que ella nunca iba a volver.

Simplemente hacer algo con eso que no dice, que no hace, que no vive, y sin embargo, está ahí latiendo en el fondo de todo el invierno

¿Y qué se hace con tanto invierno? 

Si fuera tan simple anudarme la corbata y estrangular las soledades con el nudo, y abrigarme los pies con esos zapatos de hombre grande, como si eso protegiera la vida que grita a cada paso que doy, excluyéndome de todo temblor. Y terminé lleno de corbatas y ganas.. pero ganas de ella. Esas ganas de que su boca roce la mía, gritando toda la furia, todo el deseo, y todo el amor que me quedó a mi pero que ella olvidó a velocidad sónica. Ganas de que su invierno me abrace, que no sea sólo el fondo de un agosto que mate o que salve. Sentir más allá de la mañana, más allá de las manos, más allá del hastío, vaya mierda, y pasaron los días como pasa todo lo que no tiene mucha importancia y salí con tantas mujeres que no las puedo nombrar a todas porque sencillamente no fueron tan importantes como para recordarlas pero ella siempre estuvo presente en cada una de ellas.

Tanto fue que la busqué en otras mujeres y después de un tiempo la mezclé con todas y llegué a confundir lo que era de ella con lo que era realmente un gusto nuevo sobre alguna de esas mujeres que utilicé para olvidarla en el camino. A veces me pregunto si ella que estudió letras y que le gustan los blogs alguna vez habrá caído acá y se habrá dado cuenta que este niño que escribe no es otro que aquel que ella dejo asi, sin más.

Durante un tiempo me daba fuerzas diciéndome cosas del tipo: “Vamos hombre, seguro no eres el único al que ha dejado” o “Tranquilo, este año si te aceptará alguna salida a comer y se enamorarán de nuevo” pero no, jamás sucedió y eso que por unos 4 o 5 años la invitaba a salir cada 2 meses, y siempre me daba cualquier excusa y los “hoy no puedo” siempre estuvieron a la orden del día y pude haber ido a su casa o aparecerme en su trabajo pero no, yo quería que ella sencillamente saliera conmigo, me diera una oportunidad voluntaria y no por compromiso, pero no, eso nunca pasó.

Tengo 3 años que no sé nada de ella, “terminamos de hablar” por llamarlo de algún modo desde un día que me la encontré saliendo de un ascensor en el cubo negro, por Chuao. Ella trabajaba en un call center en aquel edificio y yo en una famosa petrolera que queda en el sitio. Aunque mis oficinas no quedaban en esa sede, iba unas 4 o 5 veces al año por temas de reuniones burocráticas. Al salir del ascensor ella me vió tan ejecutivo con mi séquito del trabajo y ella tan informal, tan de un trabajo que en costumbre es para jóvenes de 20 años y no para una mujer de 27 y aunque le advertí a mi Jefe y acompañantes que me dieran 5 minutos para saludarla, por dios, yo amé a esa mujer con locura, claro que me detuve a decirle lo hermosa que todavía era o tal vez lo hermosa que yo todavía la veía y ella todo el rato se sintió incomoda y me pidió que siguiera mi camino, que me estaban esperando.

Al día siguiente me escribió un correo, decía que por eso es que ella nunca había querido salir conmigo, que una mujer como ella no hacía nada con un hombre como yo y que yo había cambiado y eran tan diferente que sencillamente no teníamos nada más que buscar, que ella se “quedo en el aparato” y yo sencillamente, había “salido adelante” se puso bastante por el piso, como si tener un trabajo humilde o no haberse graduado eran los peores males del mundo y acto seguido me pidió que no la llamara más nunca a su casa (hoy todavía sigo recordando su número de teléfono, de hecho, hasta lo uso como clave de una de mis cuentas bancarias) que no la buscará más, que hiciera mi vida con una mujer “de mi mundo” y me borró de todos lados.

Ella siguió con su vida, como siguen las cosas que tienen que hacerlo y nunca sabré porque me dejó en realidad cuando éramos tan jóvenes y yo estaba tan enamorado de ella, tampoco sabré a que saben sus besos ya que de eso hace tantos años que ya lo olvidé. Nunca tuvimos esa “gran cita” que siempre esperé y por la cual me preparé tantos años, hasta recuerdo que hace unos 7 u 8 años me compré unos zapatos horribles porque leí en algún lugar que a ella le gustaban, entonces nunca los usé, los tenía en una caja esperando “salir con ella” para usarlos. Jamás pasó, nunca la pude volver a ver de nuevo hasta ese día del ascensor donde creo que se sintió humillada o poca cosa por alguna razón. 

Hoy por cosas de la vida, entré en su facebook y aunque no me tiene en sus amigos, pude ver algunas fotos porque tenemos un amigo en común, es novia de un tipo que se parece a uno de los gays de modern family, al pelirrojo, sigue sin casarse, sigue sin hijos, sigue estudiando y yo sigo pensando en ella de cuando en vez, no con tanta frecuencia como hace muchos años pero si de vez en cuando cómo debe ser. Aprendí a aceptar el hecho de que ella jamás volverá a ser mía y que jamás volveré a formar parte de su vida, y ya no me afecta que no esté o que tenga un novio chistoso, sólo es una porquería de sentimiento ese de la aceptación.

es una porquería de sentimiento.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

SENCILLAMENTE TU HISTORIA SE PARESE EN PARTES A LA MIA PERO CON LA GRAN DIFERENCIA DE QUE YO NUNCA ME LA VOLVI A ENCONTRAR :(

Myself dijo...

ojala más nunca la hubiese encontrado, todo hubiese sido más sencillos y seguiría viviendo con esta tonta ilusión de que terminaríamos juntos.