Cuando ella y yo comenzamos a vivir juntos, el primer problema serio fue toda la cantidad de ropa y de tacones con los que ella venía, tuve que remodelar parte de nuestra habitación y el baño para agrandar el closet, en realidad hice una especie de dos closets, uno pequeño para mi, otro enorme para ella. Hoy día tengo toda mi ropa guindada y sólo los boxers y medias en gavetas y hay muchas pero muchas gavetas vacías en todo el cuarto. No tengo tanta ropa o tantos zapatos o tanto pasado. Ese fue el primer gran cambio de mi vida luego que ella se fue, todo el espacio extra que tenía en nuestra casa de dos ahora convertida en mi apartamento de uno.
Luego me quedó esa extraña manía de limpiar todo, lavar los platos después de comer, limpiar el baño seguidamente, barrer dos veces a la semana. Limpio como si ella en cualquier momento llegara y si todo está sucio me achacara esas quejas tontas de que “la limpieza es algo de dos”. Luego que termino de limpiar, me doy cuenta en cierto modo que algunas costumbres son tan difíciles de olvidar, me sirvo un whisky y me siento en la sala donde está esa lámpara que ella compró, odiaba tanto esa lampara. Todavía la puedo ver leyendo en su lugar de lectura, cerca de la ventana… alejada de la lámpara.. Me gusta la luz tenue de esa maldita lampara en la sala, es tan melancólica, tan... triste.
Así como las mujeres necesitan hablar de todo, todo el día, los hombres necesitamos el silencio y yo tengo mucho silencio desde que ella no está, a veces extraño sus ganas de hablar conmigo de cosas que realmente nunca me importaron, pero que siempre por educación y cariño las escuchaba. A veces no soporto lo grande que se siente todo el apartamento cuando lo único que hace eco son mis teclas golpeando el teclado y la música desde el estudio.. cuando estaba ella, generalmente sólo escuchaba música a todo volumen cuando estaba solo, a ella le molestaba mis escándalos de Pink Floyd, desde que estoy solo ahora escucho la música en un volumen moderado… ya quedarme sordo no es una de mis prioridades, es que si le subo mucho volumen, a ella seguramente le molesta.
Ella ya me dejó atrás, cambió los desayunos juntos por otro país sin tanta “patria”, no es ni la sombra de la mujer que estuvo conmigo todos esos días, todos esos meses, todos esos años… Tiene un trabajo que si la hace feliz, y si no es feliz todavía creo que a mi lado tampoco lo sería. Debe vivir en un apartamento pequeño en algún barrio bohemio de aquella gran ciudad y aunque yo sigo siendo el mismo, ella y yo ya no nos conocemos. No considero que fuese su culpa o que haya sido la mía que ya no estemos juntos, sólo fue en realidad culpa de la vida y ella siempre quiso una casa en el campo y yo sólo le dí un penthouse en la ciudad.
Ella ya no es la misma, hasta se pintó su hermoso cabello negro de un atorrante amarillo feo…. Yo sigo siendo el mismo, con 10 kilos menos, con algunas canas en el pecho, con algunas mujeres nuevas, con otras Historias más... y lo único nuevo en mi vida que en realidad ella notará si todavía le pregunta a nuestros amigos en común por este humilde servidor …
es que me compré un perro...
3 comentarios:
y se pintó su hermoso cabello de ese amarillo tan feo..
Esta historia me recordó una canción de Arjona.... "Olvidarte"
no había leído esto, que fuerte como sentías. Por eso me lo pinté, quería dejar todo y necesitaba un cambio.
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