domingo, agosto 21, 2011

soneto de la ausencia..

sentí tu ausencia
cruzando la puerta que separa en dos
la calle de todos, de la calle nuestra;
sentí tu ausencia
al salir y ver
el mundo silencioso y triste.

sentí tu ausencia
subiendo lentamente la escalera ausente,
sin rastro de tus besos, de tu aliento;
sentí tu ausencia
en la “cama autista” del cuarto mío
donde tantas veces posaste desnuda.

sentí tu ausencia
al caer la tarde, al caer la lluvia,
en el quinto día de un julio cualquiera,
del año que cuento como desdichado
del último siglo que me queda.

sentí tu ausencia
vagando callado por todos los sitios
de esta casa fría que ya no habitas;
sentí tu ausencia
en el cuarto, la sala, en tu almohada..
cocina incluida con sabor a nada.

sentí tu ausencia
al buscar mujeres en calles ruidosas y ajenas
con la soledad pegada al alma;
sentí tu ausencia
al doblar en cualquier esquina
de una ciudad cualquiera.

sentí tu ausencia
al borrar tus fotos de mi teléfono
sin saber que suspiros llevas en tu pecho;
sentí tu ausencia
en todos los versos de Buesa
y en todos los cantos de Sabina.

sentí tu ausencia
cuando al jugar al “amor bonito”
siempre salgo perdiendo..
sentí tu ausencia
cuando sale en la radio la canción aquella
la maldita… la que te recuerda.

y me duele admitirlo.. pero siento tu ausencia
en cada momento, al hablar con alguien
al escribir de otra…
al pisar el asfalto con el corazón roto
llorando por las calles sin dejar caer lagrimas,
viviendo en la habladuría pública.
al dormir.. al soñar
siento tu ausencia..




2 comentarios:

brisa dijo...

Hermoso :3
Creo que todos hemos pasado por ese momento de sentir la ausencia de una persona, despues de compartir tantas cosas en una relación :(

Anónimo dijo...

Eres un auténtico petardo, sé que me vas a limitar la entrada, pero si no te lo digo reviento: vulgar y común. Seguramente muy capaz de engañar a cualquiera. Por supuesto yo caería en tus manos aun sin ser ingenua, ¡y me lo creería todo! y hasta me engancharía y querría más por esa característica tan vulgar de las mujeres de creernos mejor que las demás, distintas, vanidad a la enésima potencia: querer ser las mejores. Pero lejos de tu influjo, sin los extras ni tu palabrería, sin el engaño que recreas, te puedo decir que eres un auténtico petardo y que vas a seguir siéndolo mucho tiempo. Eso sí, escribes muy bien y, oye, sincero un rato.
Una petarda.