Estábamos en un bar y le pregunté:
¿Eres feliz?
La doctora evitó responder, al menos las tres primeras veces. Luego me contó de su hijo de tres años, de su casa en aquel pueblo y de su marido el comerciante. Me contó evitando dar respuesta a mi pregunta en aquel bar, que aunque no ejerce porque debe cuidar al pequeñin de la casa, extraña mucho lo de ser doctora a tiempo completo. Comparó su felicidad con la camioneta del año o con los viajes a Miami en navidad o acción de gracia y como a la quinta vez de preguntar, sin darle chance a no responder, sin dar muchos detalles, ella sólo dijo:
Si, soy feliz
Igual de fría como me respondió, se paró de la barra de aquel bar y se fue. Antes de irse pagó la cuenta, porque ella siempre se enorgulleció de no deberme nada, siempre fue de pagar las cenas y los hoteles, de no deberme nada al otro día después que era mía al finalizar cada larga guardia.
Días después me contó mi amigo Bobby, que ella lo llamó para ver cómo estaba.
Myself, me llamó La Doctora y ella solo me llama cuando habla contigo ¿Qué pasó? ¿Qué le hiciste?¿Qué le dijiste?
Honestamente no le hice nada Bobby, sólo le pregunté si era feliz...
… y después de su respuesta no le creí.
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